
Los edificios, a lo largo de la historia, han reflejado los valores de una sociedad. Nuestras construcciones son las que hay; tal vez carentes de fuerza, valentía, esfuerzo. Esas grandes catedrales se elevaban con un plan complejo; elaborado por un maestro de obra y con el trabajo de toda una sociedad al completo. Todos contribuían.
Hoy, no podríamos construir una catedral, ni tan siquiera nos darían la licencia de obra. El poder actual revocaría el permiso y la voluntad de la sociedad anda por otros intereses personales. Sin voluntad y sin interés poco se puede construir.
Mañana, quizás podamos construir, a lo mejor nos dejen, posiblemente podamos, puede ser que queramos.
Este fue el mensaje de un maestro de obra, tal vez desaprovechado.
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