La vida es un continuo abrir y cerrar puertas…Hoy abres una puerta, pero mañana tienes que cerrar otra o tal vez esa misma que acabaste de abrir…A veces se abren puertas, pero otras es bueno cerrarlas porque no llegan a ninguna parte…Abrir y cerrar puertas, así es la vida, me decía aquel viejo marinero que encontré en esa bella ciudad portuaria, con gatos en los tejados y viejas tradiciones…Sabía que allí se escondía el artículo que hoy les escribo.
Cuando las personas son amigos de verdad-me decía- no necesitas de puertas…Ellos comprenden el dolor detrás de tu sonrisa, el amor detrás de tu rabia, las razones que hay detrás de tú silencio y detrás de lo que destruyes…Un pueblo se define no solo por lo que crea, sino por lo que se niega a destruir.
La conversación con aquel marinero me recordó a aquella que mantuvo el principito con el sabio zorro: “Nous sommes responsables pour ceux qui nous avons apprivoise”. Solo se conoce lo que uno domestica y eres responsable de lo que has domesticado.
La rosa que tanto regó, que tanto protegió, me recuerda a la libertad que tanto hemos intentado abrigar a lo largo de esta democracia…Somos responsables de ella, nosotros la hemos domesticado, la hemos dedicado nuestro tiempo, la hemos criado así…Somos responsables de ella…Así la hemos domesticado. Por mucho que nos duela y por mucho que nos parezca una ilusión, así la hemos alimentado…Es nuestra rosa.
…Tal vez no dedicamos el tiempo y el esfuerzo necesario para que esa rosa fuera domesticada correctamente…Tal vez no llegamos a morir por esa rosa…Tal vez cada cosa que hicimos no fue en su honor.
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