miércoles, 10 de noviembre de 2010

Autocrítica sindical

Llegan las elecciones sindicales y por consiguiente las visitas de nuestros futuros representantes, que por supuesto pasarán a ser liberados sindicales. Supongo que un liberado sindical tiene que gastar toda su jornada laboral en tareas de representación de los trabajadores, ayudándoles en sus problemas, trabajando para el sindicato, etc.
Esta es la teoría, claro, pero la realidad es que en función de la ética de la persona que ejerza de liberado sindical, éste puesto se convierte en algo útil en la empresa o simplemente en un método de abuso por parte del liberado. Conozco liberados que dedican todo su esfuerzo a sus cargas sindicales, pero también conozco otros muy caraduras que se dedican a abusar de su condición de liberado y siempre están desaparecidos, excepto cuando llegan las elecciones y pasan por los centros de trabajo a regalar bolígrafos, calendario, besos y abrazos.

Hace unos días tuve una de estas visitas y les pedí autocrítica al ver que apenas ningún compañero mostraba interés por sus charlas sindicalistas. No sentó bien que les pidiera esta reflexión, debe ser que están mal acostumbrados y no escuchan muy a menudo críticas en sus insignificantes visitas y en sus tajantes discursos bien aprendidos. No soy sociólogo queridos amigos para analizar el carácter conformista de nuestra sociedad, pero día tras día y visita tras visita respiro un desencanto generalizado y un desinterés por los sindicatos y por vuestra función  carente de autocrítica. Dejad de echaros tantas flores y mirad un poco la mota propia y no la ajena. La autocrítica es una práctica que considero sanísima, pero que, según me toca comprobar con desagradable frecuencia, cuenta con muy pocos adeptos.

Personalmente siempre me ha parecido que esto de los liberados es algo a eliminar o a minimizar. Me parece que se ha creado una clase  y  categoría de sindicalistas liberados que no es buena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario