jueves, 11 de noviembre de 2010

Belén Esteban: la gallina de los huevos de oro.

Erase una  vez  una campesina tan pobre, tan pobre, que  apenas tenía nada que comer. Era la más pobre de la aldea. Y resulta que un día, trabajando en el campo y lamentándose de su suerte, apareció un enanito muy listo  que le dijo:

 -Buena mujer, he oído tus lamentaciones y voy a hacer que tu fortuna cambie. Toma esta gallina; no es la más preparada, no es la que más se esfuerza pero es tan maravillosa que todos los días pone un huevo de oro. El enanito desapareció sin más ni más y la campesina  llevó la gallina a su corral. Al día siguiente, ¡oh sorpresa!, encontró un huevo de oro. Lo puso en una cestita y se fue con ella a la ciudad, donde vendió el huevo por un alto precio.
Al día siguiente, loco de alegría, encontró otro huevo de oro. ¡Por fin la fortuna había entrado a su casa! Todos los días tenía un nuevo huevo. Fue así que poco a poco, con el producto de la venta de los huevos, fue convirtiéndose en la mujer  más rica de la comarca. Todo el mundo la envidiaba, la admiraba y querían ser como ella, eran el modelo de éxito en todas las aldeas, todo el mundo imitaba a esta mujer y todos buscaban, con decepción y fracaso, en sus corrales, su gallina de los huevos de oro.

Sin embargo, una insensata avaricia hizo presa su corazón y pensó: “¿Por qué esperar a que cada día la gallina ponga un huevo? Mejor la mato y descubriré la mina de oro que lleva dentro”. Y así lo hizo, pero en el interior de la gallina no encontró ninguna mina. A causa de la avaricia tan desmedida que tuvo, esta  aldeana malogró la fortuna que tenía. 
Y colorín colorado este  cuento se ha terminado.

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