Siempre he tenido la mirada en lo alto en esto de la educación, pero con los pies en el suelo. Si no los tienes firmes en la tierra corres el riesgo de darte un buen golpe. Hay que saber cuando y donde las energías consumidas son mayores que los rendimientos. Entonces, no hay más remedio que dar un paso atrás y buscar un nuevo saco- que no esté roto- en el que poder meter nuevas ilusiones y pasiones. Los sistemas educativos actuales son muy estáticos, aburridos, nada estimulantes, poco imaginativos, nada creativos y muy inflexibles. Tienen límites muy fijados sobre cómo han de enseñar los profesores y cómo tienen que aprender los alumnos. Se pierden por el camino muchas capacidades y talentos naturales. Estamos obsesionados con la inteligencia cognitiva y hay otras inteligencias que descuidamos.
Hoy me toca dar un paso atrás. No corren buenos tiempos para la motivación, el rendimiento y la productividad. En ocasiones, es imprescindible un paso atrás para tener mayor efectividad y éxito a largo plazo. Este es el momento.
“No se puede esperar mucho de quien solo se esfuerza cuando tiene la certidumbre de que va a ser recompensado” decía José Ortega Y Gasset.
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