He estado en Grecia, navegando por sus mares, caminando por sus pueblos, charlando con sus gentes. No se habla de otra cosa que de la crisis financiera global y como ha afectado a Grecia en mayor medida que al resto de países, de las graves consecuencias que está teniendo, del elevado endeudamiento de Atenas, de la escasa credibilidad en los políticos y de como se ha extendido a otras economías, como la española o la italiana. La expresión de sus caras, al decirles mi nacionalidad, era de resignación y solidaridad por el mal común que compartimos. Su cara es triste, desolada, muy resignada, temerosa e impaciente por encontrar un rumbo bueno. Comparto sus miedos, sus incertidumbres.
En uno de los días de navegación por el mar Jónico, tuve la fortuna de llegar al cabo de Katakolon y de amarrar en esta pequeña aldea de pescadores...
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