jueves, 16 de mayo de 2013

CONSTANTINO ROMERO

ARTÍCULO 227

Me comentaba esta semana mi hermana, en relación a la muerte de Constantino Romero, el curioso silencio de su fallecimiento por parte de  muchos medios en los que trabajó y de muchos compañeros de profesión. Tan solo algunos informativos lo reflejaron y lo hicieron sin lanzar ningún homenaje, sin dedicarle apenas un tiempo en su memoria ¡Y mira que ocupó espacios y programas míticos!

La memoria falla cuando se tiñe de  ideología o cuando se reciben reproches. Constantino ha sido-en sus últimos meses de vida- especialmente crítico con el sistema, con las políticas del gobierno…Y claro, eso siempre tuvo un precio en este país y actualmente un precio más caro. Televisión española  parece haber olvidado quien fue y que representó Constantino. Olvidó parte de su historia, una parte muy importante y profundamente capital en este país. Quien dice olvidar a sus personajes, a su historia, debería estar condenado a recordarlos toda la vida. Ya nos decía Alejandro Sanz que no olvida quien finge olvido, sino quien puede olvidar. En fin.
Otra de las cosas que quería reflexionar con ustedes es el asunto de la crisis del bipartidismo. La última encuesta del CIS habla de una pérdida de confianza de los españoles hacia PP y PSOE, al menos eso dicen las encuestas. Habla de un 45% del voto entre los dos. Desde el 1982 nunca bajó del 65% y casi siempre estuvo en el 75%. En el 2011 estuvo en el 73%. Suben las izquierdas UPYD e IU y hay plataformas y opiniones emergentes como la de Sánchez Gordillo y Ada Colau. Se habla también del ascenso de las promesas jóvenes en los partidos. ¿Estará cambiando algo en la intención de voto y en la propuesta de  gobernabilidad del país? ¿Decidirá-realmente- la sociedad en las urnas, que ha terminado el bipartidismo? ¿Aumentará la intención y por supuesto el voto a otras coaliciones? ¿Continuaremos castigando a un partido votando a otro? ¿Votaremos a unos por aquello del mal menor?

Tengo la teoría que en este país hay un suelo de voto para los dos grandes partidos. Ese suelo lo conforman una red de conveniencias personales y clientelares, que les interesa de una forma u otra este sistema bipartidista. Pueden nacer alternativas diabólicas, pero también han de emerger propuestas sanas que compitan por el liderazgo en el gobierno y por soluciones realmente pensadas para la ciudadanía y no para los intereses de unas siglas. La competencia es buena… y minimiza o erradica en algunos casos-hablando de gestión política- la corrupción. Y claro, falta hace...Nos quedan dos años para obtener respuestas a estas cuestiones…Veremos lo que pasa finalmente.

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