lunes, 11 de agosto de 2014

Monopolizar la verdad... Y la inteligencia

 ARTÍCULO 277

 Conocía que los partidos son organizaciones muy débiles en los que los grupos internos o incluso los egos individuales podían condicionar su futuro. Conocía que dentro de los partidos hay diferentes escalones y que es inevitable su jerarquización y profesionalización…
   
   Conocía también las disputas que hay entre los más radicales y los más moderados; entre los más pragmáticos y los ideólogos, ente los ortodoxos y los heterodoxos del partido, entre los cercanos al poder y los alejados que quieren entrar en el poder.
   
    Conocía que los partidos son cíclicos: unos grupos cogen el poder y después llegan otros que denuncian a estos, acusándoles de faltar a la esencia o a los ideales que inspiraron el nacimiento del partido, cuando en realidad a lo que aspiran es a ocupar el poder. De esta forma, en este proceso- conocía también-, se va retroalimentando la organización… Y así sucesivamente y perennemente.
   
    Conocía que una minoría ruidosa, puede hacer mucho daño dentro de un partido a base de criticar, de denunciar, de amenazar y de calumniar continuamente. Estos grupos, estas personas suelen autoproclamarse salvadores, liberadores y mártires del partido. Gozan de una exacerbación patriótica y heroica enfermiza… Monopolizan la verdad, la moralidad y también la inteligencia… Cuando cualquier persona-militante, ajeno a ellos intenta iniciar un debate diferente o con otra forma de pensar, le tachan de inapropiado o le relegan a la categoría de mentira o anécdota inadecuada.
   
    Es muy soberbio pensar que estamos en posesión de la verdad absoluta. Es muy engreído pensar que nuestras pruebas circunstanciales son la verdad. Es muy impertinente, muy poco inteligente confundir acusaciones con pruebas… Es muy pedante valorar constantemente quien sí y quien no está en posesión de la verdad.
   
    Cuando las opiniones de otras personas se convierten en nuestra realidad; cuando las justificaciones y nuestras pruebas se alimentan del manantial de lo irreal para convertirlo en existente, lo fantástico en realidad, entonces se está cometiendo un atropello con los demás y por supuesto contigo mismo.
   
    Al final, siempre damos con la esencia humana, con sus vanidades, sus ideas, sus forma de ver las cosas, sus limitaciones, sus intereses, sus pasiones, sus obligaciones… El hombre necesita creerse el mejor aunque no lo sea… Y llevar razón aunque no la tenga.
   
    Feliz mes de Agosto.

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