domingo, 31 de enero de 2010

Educar en la verdad

La educación vuelve a la palestra y es motivo de preocupación de nuestros políticos. España suspende en educación y el debate está servido. Llegan momentos de teorizar sobre la enseñanza y de diagnosticarla. Coincido con aquellos que hablan de la situación tan deficiente en que se encuentra; todo sigue igual, creo que pendiente de una mayor inversión y una mejor gestión. Considero que nuestros políticos educativos viven inmersos en números, estadísticas y resultados electorales y olvidan la verdadera esencia para la que fueron colocados en sus puestos: un tratamiento adecuado de la educación para elevar el nivel de los alumnos.
El ministro de Educación, Ángel Gabilondo y los respectivos consejeros de las comunidades autónomas se muestran muy optimistas ante la posibilidad de alcanzar un pacto por la educación y, aseguran que su negociación "progresa adecuadamente".
Creo que pasan demasiadas horas sentados en despachos varios, o en sus flamantes coches oficiales de alta gama o inaugurando centros de nueva creación y premiando proyectos diversos de innovación educativa; vamos, dándose sus dosis de multitudes ante niños y maestros. Creo que viven alejados de la realidad educativa y de los sistemas de organización y modelos de enseñanza que ellos mismo pactaron, acordaron y firmaron. Desconocen las “demasiadas cosas poco racionales” que hay en torno a la educación y sirvan los siguientes ejemplos:
El despropósito que hay en torno a los ordenadores escolares portátiles y como los docentes están reclamando más profesorado frente al elevado número de alumnos tan diversos que hay en las aulas o el elevado tiempo en que se tarda en cubrir una baja. ¿Acaso creen que con digitalizar los contenidos y más ordenadores mejorará el panorama educativo? Pues no olviden formar al profesorado y destinarles de horas en la semana lectiva para poner en uso y tener a punto esos flamantes ordenadores y esa tecnología tan interesante y por supuesto para buscar recursos.
Me gustaría poner un segundo ejemplo de incongruencia en torno a este despropósito de nuestros gestores educativos: los colegios bilingües y el modelo de inmersión parcial que ha adoptado la educación pública. ¿Realmente creen que hay una educación de calidad y un espíritu bilingüe en ellos? ¿Realmente creen que los alumnos aprenden los contenidos de las asignaturas en otro idioma? Pues no; ya tienen bastantes dificultades para adquirir estos conocimientos en castellano y además sus profesores en lengua extranjera en la mayoría de los casos no están lo suficientemente preparados como para explicar la estructura de la célula, la revolución francesa o dirigir un calentamiento básico en una clase de Educación física. Lo curioso de este asunto es que los responsables de estos programas ya conocen las dificultades y las valoraciones que ciertos expertos dan al programa; acertadamente piensan que el nivel exigido a estos docentes es muy elemental y que de ninguna forma se enseña el vocabulario específico de cada asignatura y que «el bilingüismo es otra cosa». A pesar de ello los colegios bilingües son los más demandados durante el proceso de solicitud de centros y nuestros responsables políticos se encargan de recordarnos sus datos numéricos en estos asuntos. ¿Realmente crear más colegios bilingües es gestionar una enseñanza de calidad?
Antes de seguir quiero recordarles que la educación no ha de ser un negocio ni por supuesto una plataforma política con fines electoralistas.
Según el ministro, las bases del pacto pasan por flexibilizar el sistema y que los profesores sean el corazón de cualquier acuerdo. A juicio del ministro, "hay que lograr un sistema coherente, consistente y cohesionado”. Pues entonces partamos de la verdad y de la verdadera realidad de nuestra enseñanza y empecemos por conocer y hacer frente a los problemas reales provocados por instituciones muy envaradas, por sistemas de organización un poco arcaicos, por modelos educativos un tanto cuestionables, por incoherencias de los gestores, de padres y profesores en torno al arte de educar etc.
Creo que ya está bien de tanta contradicción y de tanta incongruencia; “los niños, decía León Tolstoi, son mucho más sagaces que los adultos, y no sólo ven los defectos de sus adultos, sino también el peor de sus defectos: la hipocresía de ellos. La falsedad de los adultos en la educación de los hijos es el fenómeno más corriente y los niños la notan al instante, se alejan y se corrompen. La verdad tiene que ser la condición primordial del empeño educativo”.

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