Los amigos de Antonio

En ocasiones los grandes sabios también equivocan sus palabras,  se precipitan en sus valoraciones y también prejuzgan anticipadamente; claro,  son de carne y hueso, como el resto de los mortales. No es conveniente idolatrarles, endiosarles y subirles a las alturas en exceso y por norma. No es bueno darles siempre la razón y decirles constantemente “sí, señor presidente”; esto les hace vivir en un microespacio,  carente de autocritica y muy alejados de  lo que piensa la gran mayoría de la sociedad que no pertenece a su círculo. Irrealidad  total o parcial es la consecuencia.
Ayer, en el foro de la Fundación Civil, me encontré un artículo escrito por Mario Conde, y hacia esta reflexión:

“Hoy  para algunos, cada vez más, lo que importa no son las etiquetas sino las ideas que defiende esa persona en cuestión. Y si esas ideas convencen, lo del etiquetado cae en importancia.”

No estoy de acuerdo con esa idea y se lo hice constar en un comentario anexo al artículo.  Como ejemplo de cómo se antepone la etiqueta y el prejuicio a la idea, le puse a él mismo y a la idea que de él tiene gran parte de esta sociedad española frente a la maravillosa idea que es la fundación civil y sus objetivos. Os dejo el comentario completo:

“ La gente antepone sus etiquetas y sus prejuicios a las ideas, al menos la gente con la que yo trabajo, con la que yo paseo, con la que juego al golf, con la que me bebo una caña, con la que comparto mantel, piscina, pista de padel o cordada, con la que hago reuniones vecinales o con la que comparto foro de opinión. Todos o casi todos etiquetan o al menos les condiciona la etiqueta y prejuzgan y en numerosos casos estigmatizan.

Ayer mismo, con los amigos, después de jugar el partidillo de futbol de los domingos, hablamos del último libro leído. Yo comenté que estaba terminando el último de Mario Conde; ¿y sabéis cuales fueron sus comentarios? , os los dejo:

-“Ah sí, ese banquero repeinado, que estuvo en la cárcel por robar a su banco.”

-“Sí, que aparece en ese programa del gato de intereconomia y se meten con lo políticos.”

-“Si estuvo en la cárcel será por algo.”

-“Querrá hacer un partido para vivir como ellos. Del cuento.”

El estigma, la marca perdurará en el tiempo y por más que intenté contar la idea de la Fundación cayó en saco roto. La gente, insisto, primero etiqueta y luego valora tus ideas”.

La respuesta de Mario Conde ante mi comentario fue esta:

“Pues menos mal que te gusta convivir con esa gente, porque supongo que si “razonan” así en ese asunto, no sé qué pasará con los demás temas. De todos modos, eres valiente al escribir eso por aquello de dime con quién andas y te diré quién eres…”

Mi respuesta a su respuesta fue la siguiente:

“En la cultura occidental de esta España nuestra, ya nacemos etiquetando. Desde bien pequeños, en la escuela, etiquetamos a nuestros compañeros por su aspecto físico, por su discapacidad o enfermedad, por la posición económica de sus padres, por el color de su piel, por su origen étnico, por su aparente orientación sexual, por su condición física, hasta por su forma de vestir. Sí, por su forma de vestir, esta es la 3ª razón de discriminación entre adolescentes, ¿curioso verdad?. Que crueldad ¿eh?.

Así de mayores, estamos acostumbrados a que, cuando participamos en un diálogo, no sólo utilizamos nuestro pensamiento o razonamiento lógico sino que involucramos al ego; este hecho convierte al diálogo en una discusión, en una batalla e incluso en una guerra campal. En realidad es una manera de persuadir o defender nuestros puntos de vista y de esta forma estamos involucrando también nuestras opiniones, ideología, prejuicios, creencias religiosas y afiliaciones políticas.

No debería ser así ¿verdad?, pero en numerosísimos casos lo es. No todo el mundo tiene la oportunidad de vivir en una educación holística, claro y menos en el actual sistema educativo; pues no tiene carencias el susodicho; ahí tiene y tendría que decir mucho la familia, la calle, los medios de comunicación, y lo dice, mira que lo dice.

Es importante suspender esos juicos de valor, es importante congelar esos prejuicios y esas etiquetas durante el proceso de valoración de una idea. Pero no se hace o se hace más bien poco.

Yo ando entre adolescentes, entre deportistas, entre profesores, entre vecinos, entre compañeros de equipo de fútbol, entre universitarios, en la calle, en foros atrevidos y menos atrevidos, en tertulias, en el barrio, en el pueblo, en la ciudad, en la montaña, en el rio o en el mar. Ando por Guadalajara, por España y veo con demasiada asiduidad como primero es la etiqueta y luego es la idea.

Aconsejo a mis alumnos y por deformación profesional a gran parte de la gente que me rodea a que descubra la realidad dejando esos lastres; a que indague en el fondo del asunto, a que vea la esencia de las cosas, de las ideas, de las personas antes de prejuzgar. Les aconsejo que lean, que investiguen, que se enteren de la cuestión en sí antes de etiquetar.

Vivimos muy encorsetados y a veces no descubrimos la esencia verdadera de las cosas. Ellos se lo pierden.”

Estimado Mario, la autocrítica es una práctica que considero sanísima, pero que, según me toca comprobar con desagradable frecuencia, cuenta con muy pocos adeptos.Insisto; la gente antepone sus etiquetas y sus prejuicios a las ideas.

Los amigos de Antonio, mis amigos, la otra sociedad, la de fuera del circulo de  Mario Conde, la del exterior de la Fundación Civil, piensa esto. Yo no comparto sus ideas en este asunto y así se lo traslade. Les invité a escuchar  la otra versión de los hechos, la otra historia. Les invité a leer los libros de Mario, a conocer la esencia de la persona y no del “personaje”, de sus palabras (el gato), de sus ideas (la fundación) y sobre todo de su conducta.

Todos tenemos un mal día, un mal comentario, un prejuicio, una etiqueta, una idea menos sabia. Somos como somos, independientemente de lo que opinen los de nuestro alrededor.