martes, 13 de diciembre de 2011

HOY HE TENIDO QUE HACERLO

En el trabajo, en casa, en mitad de la selva, en medio del desierto, en el lejano oriente, en lo alto de la montaña o en el paradisiaco Caribe. Con los colegas, con los amigos, con la familia, contertulios, socios o compañeros de barra. No importa el lugar ni con quien, siempre tendrás que hacerte valer. Hoy he tenido que hacerlo.

Dentro de mis necesidades primarias se encuentra  la necesidad de hacerme valer. Y es tan fundamental como el comer. Muy a menudo, tengo que defenderme, de los ataques inesperados  de depredadores poco acostumbrados a recibir respuesta a sus brutales amenazas. Hoy he tenido que hacerlo.

Hace años descubrí que me tenía que hacer valer para que me valorasen. Que tenía que defender mis ideales y mis convicciones, independientemente de lo que se diga de mí. Y lo hago, sin dar explicaciones a nadie.
Para que los demás te valoren, has de tener la valentía de mostrar tus sentimientos, has de ser directo y claro y  has de defender tu verdad, por encima de lo que piensen los demás, sean cuales sean las consecuencias.

Hoy, desafortunadamente, he tenido  que hacer frente a uno de esos depredadores, maleducados, inconsecuentes, déspotas, mediocres y caraduras, que en ocasiones,  acechan con cierta asiduidad,  el medio en que vivimos y amenazan con romper la tranquilidad que respiramos.

Las malas formas, crean distancia con la persona que las emplea. Y cuanto más se pierden más distancia. Quien utiliza este recurso pierde el respeto, la confianza y por supuesto, crea un muro que imposibilita poder entenderse.

Hay formas, actitudes y comportamientos que nos acompañan toda la vida y nos delatan. Suelen ser signos de falta de autoridad, de pérdida de control y sobre todo de mala educación. Cuando el que manda utiliza este recurso, para mí, pierde la vergüenza y por supuesto la autoridad; en ese momento pierde toda mi credibilidad y mi respeto.

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